viernes, 14 de enero de 2011

Una Fuga en el Sur


El perfume alegre del cilantro se queda en mis manos, mientras corto de forma poco uniforme sus faldas, más allá el sonido del aceite y del pescado frito me dice que se viene un buen almuerzo, y me pregunto si alguien ya compró el vino, tiene que estar helado cuando lo sirvamos, aunque mi Padre siempre le ha gustado el tinto, en caja o en botella, le da igual.

Mamá ¿tienes vino blanco? - No, pero le digo a tu hermano que vaya a comprar de una carrerita - ¿querrá?, si está jugando Nintendo - Yo le digo a tu Papá que le diga - ¿Y la cebolla, el tomate?, también quiero rallador que con eso queda mejor - Ahí está mijita linda.


- Caroll¡¡¡, pone la mesa, le digo mientras la veo que revisa su email para ver si su novio le ha mandado otra frase de amor.

- Bueno, mm... Mamá, ¿tienes el mantel blanco y las servilletas de genero?

- Uy que andamos pulíos hoy día, ja – digo

- Y como no, si hoy hay pescado frito de la mamá,
- Cierto

. Y voy a hacer café para que juguemos cartas después.

- Ya pero después de la siesta - dice mi madre – ella es asidua a ese tipo de tentaciones, mi padre siempre le copia, pero ahora no viven juntos, aunque estoy segura que callaito se va a ir al segundo piso después.

- Tengo una mejor idea, dice Caroll, voy a hacer mate y después de la siesta nos vamos dar un paseo a la desembocadura.

- Siiii, Ahí está el termo y el chal - le asentimos al unísono.

Afuera en el patio, están las flores, que acompañan a mi madre, las que apenas entienden el silencio que hay cuando no estamos y del que ella lleva cuando no sabe que decirles, ellas muy condescendientes hacen que no les importa y se dejan querer todas las mañanas para ser embellecidas. Me quedo mirándolas, abro la ventana para que entre un poco de brisa marina, de esa que no tengo cuando estoy lejos, miro a mi perrita y se pone de dos patas y yo también con el mismo silencio le digo que me perdone, por no poder llevármela.

Corto en grandes trozos el tomate ya sin cascara, para luego rallarlo y otro picado, para simular la piedra del mortero, ajo machacado, cebolla amortiguada para que no hinche, aceite de oliva, sal, cilantro, revuelvo, dejo un poco aparte para mi hermana, lo demás lo hago con ají y mucho muy picante, aunque me reten, para recordar que hemos vuelto al sure. Lo pruebo, junto al pan amasado que deje en el mantel calentito y la mantequilla que se derrite.

-Mamá, también quiero vino tinto,hoy quiero celebrar - Que el presente se torne embriagador para relajar el pulso y soltar la risa y si se quiere también las penas.


-A la mesaaaaaaa - llama mi mamá


Ya y el Daniel? - No lo ves?, ahi está jugando Nintendo
y el vino blanco? - Tu Papá lo fue a comprar
-Ahh ya…- guardo silencio – pero suelto la risa, hay cosas que no cambian.


Ahi va llegando – Dice mi mamá

-A la mesaaaa, cuidado con quemarse aquí va la sopa caliente
-ahi está el "chancho en piedra"...

Mi papá toma su posición, a la cabeza de la mesa, esa tradición el agua no ha podido borrar.

Un silencio – nos miramos, todos reímos.

Mi padre carraspea la garganta, En el nombre del padre, del hijo, del espíritu Santo…, todos callamos – Gracias Señor por el Alimento que nos Das.


Amén.

- Amen

Mi madre nos mira como antes, todos pequeños en la mesa con los mismos ojitos que hasta hoy nos decoran, mi Padre feliz por que está orgulloso de todos, y porque a pesar del tiempo, todo ha salido bien, mi hermana nos toma las manos, al Daniel se le llenan los ojos de lagrimas y a mi que me cuestan las situaciones como estás. Les digo a todos.


Salud¡¡

- Salud¡¡¡

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