martes, 3 de julio de 2012

Ecuador

Para empezar a escribir este importante capitulo del viaje, he tardado un año exactamente, ha sido algo así como un jet lag mental, en donde la presión por concretar esta bitácora no lograba engranar con mi capacidad para asimilar los acontecimientos y ponerlos en este relato.   Ya estoy de vuelta en Chile, y todo lo que soy ahora,se lo debo en gran parte a todo lo aprendido en este punto.

Cuando me pongo a escribir es mucho más fácil recordar cuando tengo las fotos de lo que sucedió, pero en este caso la mayoría de ellas las perdí en Cuenca, Ecuador, en un descuido, así que he tenido que recurrir al registro de aquellos ángeles que conocí en el camino, desde aquí mi agradecimiento.  Me ha costado tanto esta parte, como también llegar a mi país y encontrarme con la gente que antes me conoció, tratar de explicar que ahora Ingrid, es alguien que se fue y que nunca volvió, que en parte es la razón de muchas características mías, pero que no lo es todo.  Mi vida para la gente que no se fue en el viaje es igual a este blog, inconcluso, he ahí la necesidad de actualizarlo, de redactar tanta locura, para hacerlos parte y para que quizás en otro descuido, se vayan también olvidando de esta tierra y se vayan por un rato, en otro paisaje, en este, el camino del sueño.

Esta parte del viaje va dedicada a lo que dejé en Chile, al amor, a la vida escéptica, a mis convenciones, a los miedos,  a lo que era y que hasta ahora cuesta desligar ...  a lo que somos,  ...un camino en cada instante.

Recuerdo el bus, en Perú camino a Ecuador, desde la ventana, la Camila despidiéndose  mi primer ángel de viaje, y ahí iba yo, sola,  en mi asiento contiguo, nadie, solo mi inseguridad y la incertidumbre, iba en busca de mis amigas de San Pedro de Atacama, pero también iba a mi primera aventura real, una aventura sin presupuesto, una pagina en blanco, el primer resultado esta gran apuesta, del viaje sin limites, del viaje sin planes, del viaje sin tiempo. del viaje sin plata.



Llegue a Guayaquil a eso de las 18:00 hrs con un calor húmedo que no se soportaba, con  una mochila que cargaba mi vida, toda la ropa que no vendí, no regalé y la que quise conservar, la carpa, el saco, utensilios varios,  y por otro lado mi djembé, un instrumento de percusión africano, re pesado para transportar, pero que me había prometido aprender a tocar, por si alguna vez hacía falta o si la inspiración de la pacha mama me llevara a este lado, todas las alternativas eran posibles.   Los viajeros novatos se caracterizan por ello, llevan muchas cosas que se pierden en el camino y que al final terminan por entorpecer los traslados, pero bueno, cuando se sale por primera vez, no sabes nada y aunque quisieras reducir equipaje, terminas encontrándole a todo algo positivo.

Era tarde para llegar a Montañita, no tenía dinero para hotel en Guayaquil, así que me entregué a la magia y decidí llegar, como sea, pero llegar, eso es bueno, cuando las posibilidades se acaban, lo último y lo primero que queda es nuestra voluntad y la del universo,aunque en ese momento no lo sabía, solo tome un bus corriente a Santa Elena y luego ahí  "cruzando los dedos", algún transporte que por casualidad pasara a nuestro destino soñado, Montañita.   Ya había estado allí el 2008 y aunque Montañita es considerado como un lugar de distorsión, de vacaciones "rockeras", en ese momento del 2008 y gracias a la compañía de 6 amigos argentinos desconocidos, me hicieron despertar a lo hermoso, de pasar desde cuando uno se entrampa en cosas al parecer "importantes",  hasta las verdaderas, en un momento del presente, en un atardecer gigante, en lo simple y lo perfecto, eh ahí porque quería volver a Montañita, y antes de irme de San Pedro de Atacama, les conté a la Javi y la Gaby, lo mágico de ese lugar,  ese iba a ser nuestro punto de encuentro, un lugar de amor y de felicidad, así que después de dos meses sin verlas ahí iba a nuestra cita soñada.

En el bus, me encontré a una argentina, que iba en el mismo bus de Lima a Guayaquil y que estaba en la misma que yo, sin saber nada de mucho y  con el deseo de llegar, asi que le metí conversa, y nos fuimos acompañando, llegamos de noche a Montañita, estaba todo cambiado a como lo dejé, calles pavimentadas y creo que hasta me perdía, pero con el transcurrir de los días me fui dando cuenta que las mismas 4 cuadras se habían transformado en 6 y nada más.   Nos fuimos buscando hostel, mi presupuesto total eran 9 dolares, una valiente suma, esa ya era una aventura en si misma, encontrar un lugar para dormir y comer hasta que encontrara un empleo.  Caminábamos  con mi abultado peso, mientras me iba encontrando con un montón de gente que trabajaba en San Pedro de Atacama y que ahora estaba aprovechando la temporada alta para trabajar en los restaurantes de allá, muchos conocidos, pero nada de mis amigas, así que cuando estaba por gastar mis pocos dolares, en algún hostel que me quedaba a la mano, dado el peso del equipaje, escucho un "Hermanaaaaaaaaaaa",  y ahí saltando y corriendo vi a la Gaby, que me estaba esperando desde todo el día, me abrazó con fuerzas,  - Por fin llegaste -  me dijo - por fin estaba en Casa, sentí.   Acto seguido la argentina, se despidió de mi para irse a su hostel y la Gaby tomó parte de mi equipaje, yo le conté de mi situación financiera y me dice, no te preocupes, el camping vale USD 2, me llevó hacia él, me tenía reservado un espacio al lado de su carpa, casi no me dejó hacer nada, agarró mi carpa y la hizo en dos tiempos, de pronto en el lado del frente, desde una carpa una cabeza se asomaba, era la Javi, despertando de una de las noches de diversión, que son de todo el día en Montañita, y por fin, estábamos juntas el TRIPODE, como nos gustaba decirnos, eramos las tres, pilares de nosotras mismas, pronto me actualizaron de su estancia de casi dos meses en este lugar, ambas llegaron con pololos y ahora ya no estaban juntos, una hecatombe había pasado por ese lugar, dicen que en Montañita no se puede llegar pololeando, las parejas que llegan se separan y las personas que vienen solas se encuentran con otras, también es un buen lugar para pasar lutos de amor, así como estábamos todas, yo con mi perdida desde Chile y ellas con sus ex novios en el mismo lugar, todo era rápido en ese lugar y por ende muy intenso, pasé dos días de descanso auspiciada por mis amigas, paseé por la hermosa playa, vitrineé lo que había, todo es fiesta, todo es diversión, el mar seguía siendo exquisito y los atardeceres con ese tremendo sol rojo, seguían siendo de total grandeza en este lugar.

Al otro día tal como me lo había planteado cuando salí de Chile, me puse a buscar trabajo para salir a flote y después de un par de vueltas, encontré en uno de los mejores restaurantes de esta playa, el OLA HOLA, un restaurant y discoteca muy popular, cuyos dueños eran unos israelitas, la mayoría de los negocios eran propiedad de extranjeros, israelitas, árabes  italianos, españoles, argentinos,  rusos y pocos de ecuador propiamente tal,  de todas formas se respetaba mucho a la comunidad, que era la originaria de esta playa, antes de que fuera tan turística, cuando solo era una punta dentro de un litoral, antes que llegará todo, para bien o para mal.   En este restaurant los meseros ganaban 20 dolares promedio, lo que para mi nivel financiero era muy bueno, así que me pareció un buen negocio, sin embargo, en vez de enviarme al restaurant, me enviaron a la playa a atender un kiosco donde se vendían cervezas, jugos tropicales, helados y sandwiches, estar en la playa, para mi era super bueno, porque pasé de estar encerrada en una oficina a que mi oficina se trasladará a los mejores atardeceres, y las mejores conversaciones de gente que todo el día vivía experiencias para ser feliz, todo iba muy bien, salvo una excepción, el formato de este negocio no daba para propinas y el sueldo base, lo pagaban a 15 días, sin contar 3 días de prueba sin sueldo.   A esa altura, ya no me quedaba nada de plata, y tuve que recurrir a una manera inteligente de sacarle partido, el famoso "robo hormiga", desayunaba frutas del kiosco, comía con lo que me enviaban del restaurant y a veces los jugos los daba un poquito más aguados y así sacaba dos en vez de uno, por lo que así podía tener para el pago diario del camping, y asi pasaron los días, yo apostando a que esto iba cada día mejor en cuanto a la tranquilidad de la vida del relajo, pero por otro lado las circunstancias se iba tornando cada vez más agrestes, las condiciones no iban dándose como se pensaba, a pesar que tenía buenos compañeros de trabajo, amigos viajeros también de francia, colombia e israel, que trabajaban en el kiosco de jugos de coco del vecino, las condiciones climaticas y económicas se ponían en mi contra.




Pasó la primera semana de trabajo, las cosas iban lentas, pero en orden, las fiestas en que mis hermanas de viaje asistían, yo no iba porque me levantaba temprano a trabajar, ellas se sostenían con plata de ahorros y a esa altura con algunos giros de los padres, por lo que la situación financiera no les preocupaba, otra cosa que tampoco lo hacía era el lugar donde dormíamos, yo llevaba una semana con un baño común en un lugar para doscientas personas, con ruidos molestos de todo tipo, la privacidad y el espacio era respetado por pocas personas y la presión de hacer dinero, me tenía estresada, sin contar el tema de los mosquitos que estaban dispuestos a tomar toda tu sangre de un solo sorbo.

Estos aparecían a eso de las 6 pm y se iban a eso de las 7 am, por lo que si trabajabas en la playa o vivías cerca del estero en un camping eras presa fácil, sobre todo si eres blanca y si te gustaba rascarte, que esa es la parte peor, al principio el dolor de la picadura solo es algo molesto, pero si te rascas, se vuelve algo adictivo hasta el punto de no parar de rascarte hasta que te hagas heridas en la piel, heridas que se vuelven a infectar,  y si estas en un lugar de higiene precaria o si los mosquitos que viven en el estero de aguas sucias vuelven a picarte la situación se podía transformar en una bastante caótica, el resultado: a mis amigas las veía poco, estaba estresada a causa de la plata, los mosquitos me tenían de casera y me estaba perdiendo casi toda la magia del viaje.






Por suerte una de las colegas del kiosco de al lado, era estudiante de medicina, y todas las mañanas se disponía a limpiar mis horrendas heridas, heridas que cada vez se veían más asquerosas, era triste y aungustiante, en vez de usar vestidos o shorts, tenía que usar pantalones largos y zapatillas para evitar que me picaran, había días que terminaba de trabajar tipo 10 pm, osea 12 hrs de trabajo, en el cual ningún medicamento o repelente me ayudaba a espantar a los mosquitos de mi piel, fui dos veces al hospital, pero en ninguna de las veces hubo un medico que acertara a la solución de aliviar mi dolor y el tipo de agrietamiento cutáneo 







Un día en que me tocó trabajar mas de 14 hrs., en el primer día de carnaval en Montañita, festividad ecuatoriana en el que el verano se hace con fuerzas y muchos ecuatorianos, guayaquileños en su mayoría visitan las costas en busca de fiesta.   Ese día el robo hormiga no se dio ni para comer, aun así que había movimiento, pero gracias a mi gran "honestidad", que es estupidez novata, no pude hacer nada y ahí figuraba a las 1 am de la noche sentada en las veredas de las calles de la playa, con nada en el estomago y con mis pies más hinchados de lo normal, al principio no quise dar lastima, y a los amigos que me encontraba no les contaba que estaba pasando conmigo, solo hacía planes para irme a la mañana siguiente a vivir a una casa, para mejorar mi situación, es que ya no aguantaba más, que aunque mis amigas seguían cómodas, yo necesitaba virarme a algún lugar propio, todos los viajeros estábamos buscando algún sitio, por lo que se hacía tremendamente escaso y apetecido, se acostumbraba instalarse en las "casitas de colores" donde se pagaba por el mes, pero en que a final de cuentas salía más barato que el mismo camping y se podía vivir mucho mejor, solo que tenías que tener la plata en el instante, y muchos no lo teníamos, pude haber pedido un giro de mis padres, pude haber sacado plata de la tarjeta, pero estaba empecinada en que esto tenía que resolverlo por las mías, o con el apoyo de mis iguales, esto se lo había planteado a mis amigas, pero ellas no querían alejarse del centro, que les daba todo lo que ellas deseaban, estaban pasando por una temporada de luto y a sus 22 años promedio, no quería alejarse de la diversión, así que por ese lado no podía contar con ellas.

Ese día en la noche, pasaron varios amigos y a ninguno quise contarles que tenía hambre, y que justamente esa noche no tenía donde alojar, hace una semana que estaba durmiendo en un hostal, una compañera del restauran tenía una cama disponible por una semana y me cobraba por día, así que como mis pies no resistían más incomodidades, me fui de ese camping nefasto y me instalé con ella, sin embargo ese día no tenía donde dormir porque la cama que usaba, tenía que cederla a otra persona, ya había arreglado estar en la casa de otro compañero de trabajo, que no conocía mucho y que vivía lejos, sin embargo a esa altura del partido ya era tarde, y no podía caminar para encontrarlo, después que todos los que conocía se habían ido a acostar, y esperando a mis amigas que no aparecían, me di cuenta que estaba sola, mis pies estaban tan hinchados que no cabían en mis zapatillas, que me dolían en cada paso y que no tenía fuerzas, me allegué al grupo de la fiesta que bailaban en las calles y yo como si nada, ni siquiera sonriendo apoyé mi cabeza en las rodillas para dormir, ya no hablaba, y necesitaba ayuda.    Una parte de mi me decía que esta no era la idea del viaje y otra parte de mi, me decía que tenía que saber salir sola de esta situación, que como Ingeniera no podía estar pasando por esto, que debía demostrar al mundo mi fortaleza, mi temple, una mierda moral que no me daba ni fuerzas para avanzar, ni nada para comer, cerré los ojos y algo dentro de mi me dijo, aprende a pedir ayuda, sácate el orgullo, ese ego, aquí nadie te conoce por lo que eras antes, reacciona, y era quizás más esa vergüenza del "fracaso" del viaje, la que me decía arreglatelas sola, pasa frío, sobrevive.    Levanté la cabeza, y ahí estaba un chileno, que emoción ver a alguien de tu país, hace unos días lo había visto con mis amigas conversar, era un viajero, y la misma voz dentro de mi, me dice "aprende a pedir ayuda", y así lo hice, lo miré y le dije -¿has visto a mis amigas?, el leyéndome el rostro me dice - No, pero que te pasa, que necesitas - En ese momento mis ojos se llenaron de lágrimas, le dije, quiero dormir.   El como si nada, me tomó sin conocerme, hizo que me apoyará en él , fue a su camping desarmó su carpa, agarro plata y ropa, me compró para comer y fue a donde estaban mis amigas, armó su carpa, me tapó con lo que tenía, me dijo - Mañana estarás mejor y se fue.    Esa noche lloré tanto, de dolor físico, de dolor de alma, de un remolino de emociones que tenía en mi mochila, del dejar mi vida de ingeniera en Chile, de dejar una relación en "potencia", y a cambio de volverme una "indigente" en otro país, de mi orgullo, de mi poca inteligencia, de mi orgullo, de mi orgullo, de lo que uno cree como son las cosas, de mis estructuras, de mi soledad, de mi nivel de abandono, y es que así como dejé cosas, así me fui dejando también, mientras me alejaba de las personas que no me daban su cariño en Chile, solo en el fondo quedaba eso, la esperanza de que todo valía la pena, del único escape, de la única alternativa, de quebrar el sistema y vivir este paréntesis y aprender, aprender como lo estaba haciendo en ese momento.

A la mañana siguiente, el dolor del cuerpo, el dolor de los pies y el hambre continuaba en mi, aunque mi espíritu estaba más tranquilo, había luz en el día, la mañana daba otra oportunidad.  Me dirigí al baño y en espejo claramente estaba yo, después de un gran terremoto interno, mis ojos cansados, mi boca de pena, escucho la voz de la Gaby, me abraza y me dice -  te estaba buscando, el "mono" me contó que te vino a dejar acá  pero no te encontraba porque no sabía cual era tu carpa, ¿que te paso?, yo la abrazo y no paro más de llorar, me tomó la mano, nos fuimos a conversar a un lugar tranquilo y yo le digo, no puedo más, traté de hacer todo lo correcto, pero no pude más, me fui de Chile, porque la vida allá no me daba vida y  ahora estoy viviendo mi sueño del viaje, de demostrarle al mundo que si se puede vivir en plena libertad y con solo la ilusión, y en el camino encontrar la felicidad que en mis 34 años no he encontrado, sin embargo estoy derrotada, estoy cansada.   Además ahora debería estar trabajando, llevo más de 18 días en el kiosco y si no voy, puede que todo este malestar, todo este sacrificio no valga la pena, tu sabes, trabajo en "negro" y acá se respetan menos las leyes laborales que en Chile, sobre todo para nosotros que trabajamos sin papeles, nose que hacer, debo ir a trabajar, pero no puedo.  Me agarra la mano y me dice, que quieres hacer amiga, y yo le digo, "no quiero más, no quiero trabajar más y con mi voz entrecortada me puse a llorar -  ella me toma, y me dice -  Se acabó, perdona por estar en este camping, tienes razón hoy mismo nos vamos a un hostel y se acaba esta miseria, a nosotros no nos molesta porque sabes que somos así, pero tu eres mi hermana, y quiero que estés feliz.

Ese mismo día, estaba alojando en una cama limpia, un baño privado y en un hogar para nosotras tres, no fui a trabajar y ese día mis amigas se ocuparon de mi, con respecto a mis pies, un amigo israelita Nir Gonen, que trabajaba en el kiosco de al lado, me había dicho que el aloe verá, sábila para ellos, era lo que sublimaban las heridas, pero nunca le hice caso, sin embargo era mi última y única oportunidad, me vendé los tobillos con la hoja cortada en forma transversal de esa planta y me fui tratando durante varios días, hoy puedo decir que soy la mujer que se enamoró del Aloe Vera, mis pies le deben la vida, se deshincharon y  pude volver a caminar con normalidad.

No fue, hasta después de dos días de descanso y de"regaloneo" de mis amigas que fui a avisar que no iba a trabajar más y que mis pies eran los que me lo impedían, ellos silenciosamente lo aprobaron, sabían que era verdad lo de los pies, y que el trabajo que estaba, era un trabajo de mierda, pero también me hicieron notar la inseguridad de mi pago, sin embargo, eso ya lo había soltado, ya no quería estresarme más.

Mi viaje, se había hecho para mi felicidad y si en algún punto de este, no indicaba que iba para allá, entonces  había que cambiar de rumbo, y ese se convirtió en mi lema de vida permanente.  Fue así como me dediqué a la independencia, y me arrojé nuevamente al riesgo porque era mi única y mejor salida, con la misma sonrisa con que había partido el viaje, con ella, vendía sandwiches en la playa, al cabo de dos horas, hacía el doble de lo que me "pagaban" en el kiosco de la playa, alcanzaba para descansar, asolearme y conversar con toda la playa, los que hasta ahora no conocía por pasarme el día debiendole mis horas a otro.




Continuará....








2 comentarios:

  1. oye y esto de la remodelación hasta cuando dura? ah??

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  2. Fuerza, amiga, tengo 59 y aun no recorro el camino a la libertad ( o no lo reconocemos)..un abrazo desde la Patagonia chilena.

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